El cartón coloreado que presentó una recreación de la vida local en Sant Antoni según la versión de la 'Nostra Falla' dio sentido a lo efímero de una construcción el domingo a la medianoche con la cremà. Las llamas despertadas por la última traca de pólvora de las fallas organizadas por la colonia de valencianos residentes en este municipio devoraron la alegoría que situó durante tres días en ses Variades una interpretación satírica de la noche, los extranjeros, las drogas, el sexo y el alcohol en Sant Antoni. Un acto que atrajo la atención de casi un millar de personas.
A pesar de que el programa indicaba que a las doce de la noche comenzaría la Nit del foc, la presencia de cientos de personas y el ambiente propicio para proceder al colofón de las fallas sanantonienses forzaron que el protocolo se adelantara. Así, a las 23'30 horas se encendió el castillo de fuegos artificiales que iba a comenzar a las doce y quince minutos antes de esta hora se encendió el aviso de que la cremà estaba próxima. Los componentes de la comisión de fiestas de la 'Nostra Falla' se repartieron entre la carpa de ses Variades y los alrededores de la falla adulta. La infantil ardió a las once, una hora antes de que casi un millar de personas estuvieran pendientes de cómo las llamas devorarían a una estructura repleta de imaginación que resumía una versión de la vida en el municipio muy transgresora.
Balcones, sillas habilitadas en el lugar, terrazas de los restaurantes de la zona y curiosos a pie de falla. El panorama ruidoso qcalló en el momento en que un miembro de la comisión fallera encendió la mecha del cohete que impregnaría segundos después de chispas la falla. Un mecanismo interno permitió que éstas se convirtieran en los inicios de una llamarada de euforia que terminó en 20 minutos con el trabajo de tres meses.
Los dos ángeles femeninos que iluminaban simbólicamente el resto de la estructura -denominador común del concepto de vicio en Sant Antoni- fueron pasto de las llamas enseguida. Primero cayó la derecha entre los aplausos del público. Una estampa que recordaba a la desgraciada imagen del derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York pero con unas connotaciones festivas en vez de trágica. El derrumbe del segundo ángel añadió salsa a la noche al grito de «¡Qué bonito, qué bonito...!». La fiesta concluyó con el baile tradicional de los falleros rodeando las cenizas de la falla y con el himno de la Comunidad Valenciana de fondo.