Hoy se despide de la circulación la peseta. Desde mañana y hasta el uno de junio sólo se podrán cambiar pesetas por euros en los bancos y de manera indefinida en el Banco de España. Pero los ciudadanos de Balears, en su gran mayoría, ya manejan de manera normal el euro en todas sus compras o ventas. Durante generaciones la peseta ha sido la mejor compañía de nuestros bolsillos. Después de haber sobrevivido a tres siglos diferentes (XIX, XX y XXI) y con 133 años a sus espaldas, la peseta dejará de existir como moneda de curso legal mañana a las 24.00 horas, para dar paso al euro, la nueva divisa que se convertirá finalmente en la moneda única para 300 millones de europeos.
La jornada de mañana será la última en la que los ciudadanos españoles podrán hacer pagos en pesetas. Ayer salimos a la calle para comprovar si los mallorquines aún llevan pesetas en su cartera o bolsillos, y la respuesta fue unánime. Desde principios de año la gran mayoría de ciudadanos de la Isla comenzaron a funcionar en euros, aunque manejaron la peseta hasta finalizar con sus ahorros en la hucha de casa o caja fuerte. Incluso muchos cambiaron todas las pesetas que tenían por euros en los bancos y ahora les entran la añoranza por no haberse guardado ni «una pela» como recuerdo. Más previsores fueron Toni y Luisa, una pareja de Binissalem que han guardado un billete de cada tipo y una moneda de pesetas de diferente valor y tamaño para hacer un cuadro, y mantenerlo para sus hijos como recuerdo de la aquella vieja y querida «rubia».
El doctor Tolo Jaume se gastó, ayer miércoles, su último billete de cinco mil pesetas en décimos de la Lotería Nacional y boletos de la Lotería Primitiva, aunque confiesa que estas cinco mil pesetas las tenía olvidadas en el bolsillo de una americana, pues desde principios de año comenzó a funcionar con euros. Jerónimo Pieras es un empresario que ha visto cómo sus clientes se despedían de la peseta progresivamente los primeros quince días de enero, pues poco después desapareció definitivamente la moneda de circulación, y la gente sólo pagaba en euros. «Eso sí, asegura, la gente joven se adaptó mejor que los mayores, sobre todo en las monedas más pequeñas, como los céntimos».
Marcos, Antonio y José Antonio son tres estudiantes que ayer prácticamente ya no recordaban la peseta pues ellos «quemaron» sus ultimas pelillas en Nochevieja. Se adaptaron desde el principio al euro y comenzaron a funcionar con toda normalidad y sin problema alguno. José Valenzuela es maître de un restaurante quien confiesa que hasta hace dos semanas siempre había algún cliente que pagaba o dejaba propinas en pesetas pero que en los últimos días ya no han visto «ni un duro» en el bote. Piedad Martínez, de la peseta, ni se acuerda. En fin, no se podía vivir sin ella y ahora ni se acuerdan de que hoy se la «jubila», ¡Adiós, «pela»!.