Maria del Carme Cano es una de las nietas de Emili Darder, el alcalde de Esquerra Republicana fusilado en Palma el 1937, en la Guerra Civil. Con motivo del 65 aniversario "mañana" de la muerte del también médico y humanista, recordó emocionada la figura de su abuelo, al que nunca conoció.
"¿Cómo recuerda la familia al alcalde Emili
Darder?
"Nosotros somos seis hermanos, Emili Miquel, Ferran Cano, Albert
Cano, Jordi Cano "desgraciadamente fallecido", Josep Maria y yo. De
los seis, cinco nacimos en el exilio. Un mes después del
fusilamiento, mi abuela Miquela Rovira (esposa de Emili Darder) y
mi madre Emilia Darder (hija de ambos) partieron hacia Francia, y
un año después a Venezuela, donde nacimos y residimos hasta 1950,
año en el que regresamos a Mallorca. No lo conocimos, pero sabemos
muchas cosas de él gracias a lo que nuestra abuela nos contó.
"¿Qué le contó Miquela Rovira?
"Ella nos contaba que Emili era una muy buena persona, muy
generosa. Miquela Rovira, a los 90 años, aún estaba muy enamorada
del que fue su esposo. Nos decía que era muy despistado, un hombre
que igual se iba a Sóller en coche y volvía con el tren. En cambio
era muy meticuloso para el trabajo y por tener las cosas
ordenadísimas. Ahora, cuando murió la abuela, descubrimos mucho
material relacionado con él.
"¿Qué destacaría del carácter de Emili
Darder?
"Era un hombre que lo que pensaba lo aplicaba enseguida. Se rodeó
también de muy buenos colaboradores, un buen equipo de gente que le
ayudaba.
"¿Cómo era su perfil ideológico?
"Era defensor de la lengua catalana. Fue nacionalista, no
nacionalista acérrimo ni independentista, pero quería mucho a
Mallorca. Fue uno de los grandes impulsores del Estatut
d'Autonomia.
"¿Qué reformas e infraestructuras aportó a
Ciutat?
"Como médico y como alcalde organizó todo el saneamiento de aguas
de la ciudad. Intercedió para defender los derechos de las mujeres
trabajadoras. Ordenó a las empresas que les diesen un tiempo libre
para que pudieran ir a dar pecho a sus hijos. Organizó los
calendarios de vacunaciones de todos los niños de Mallorca. Él se
presentaba, sin avisar, a las escuelas. Quería comprobar por si
mismo la calidad de la comida. Una anécdota. Sabemos que una de las
personas que más se alegraron cuando lo fusilaron fue un
lechero.
"¿Un lechero?
"Si, porque un día decretó un análisis de la leche, y descubrió que
había metido "para que el producto «cundiera» más" hasta orina. Le
cerró el negocio.