Ayer en Pòrtol se enterró la sardina, símbolo de finalización del Carnaval para dar paso a la Cuaresma, que acaba con un largo periodo de fiestas que van desde la Navidad, pasando por los Reyes, Sant Antoni, Sant Sebastià y Sa Rua. La comitiva salió una vez más de la plaza de sa Bassa, donde se encontraba la casa mortuoria. Los presentes, casi todos de luto riguroso, pasaron y las plañideras se oyeron por todo el pueblo.
Este año la celebración ha contado con la presencia del president del Govern balear, Francesc Antich, formando parte de la comitva, que legó hasta la plaza de Can Flor, donde se llevó a cabo el solemne Entierro de la Sardina. La comitiva estaba formada por la banda de música, la Policía Municipal, los portadores de la sardina, el sacerdote con los monaguillos, las autoridades y el pueblo, que suele cerrar la comitiva, que sumaba casi trescientas personas.
La sardina, de 2'5 metros de largo, estaba hecha de madera y papel, diseño original del pintor Alexandro. Sus cuatro portadores iban, por supuesto, de luto y con sombrero de copa. En la plaza de Can Flor, lugar donde estaba preparada la fogata, esperaban unas 500 personas. Y llegó el momento. La sardina fue lanzada al fuego para ser incinerada. Antes, no faltaron los discursos de rigor de Antònia Creus, la presidenta de l'Associació de Persones Majors es Turó, organizadora del acto, y de Antich, el cual dio el permiso a la incineración.
Después se dio a paso a la torrada de sardinas, prevista para 800 personas, con más de 50 litros de vino para los presentes. Después, el president del Govern y el acalde de Marratxí, Miquel Coll, se desplazaron hasta la sede de es Turó, donde Pancràs Pinya, orfebre retirado, regaló a Antich un llavero único e irrepetible en el nombre de la asociación. La fiesta continuó con el ball d'endolats y el concurso de disfraces.