La destrucción de embarcaciones tradicionales mallorquinas está llegando a unos niveles espectaculares. En los últimos cinco años el desguace, hundimiento o la simple quema incontrolada de las barcas tradicionales se ha triplicado y, si nos remontamos al año 1986, el ritmo de destrucción se ha multiplicado por cuatro. De hecho, en estos momentos tan sólo quedan nueve pasteres en toda Mallorca, que han sido inventariadas por Josep Antoni Munar gracias a una beca del Consell de Mallorca.
Las cifras cantan por sí solas, ya que en 1986 se tenía constancia de la existencia de 72 pasteres mallorquinas, mientras que en 1996 el número de estas embarcaciones era tan sólo de 32. El último de los inventarios que ha realizado el Consell de Mallorca demuestra que tan sólo quedan nueve barcos de este tipo. Según Munar, estas cifras son perfectamente extrapolables al resto de las embarcaciones tradicionales mallorquinas, de las cuales los llaüts son los mejor conservados y los más respetados. Asimismo, el trabajo hecho en los últimos años para recuperar la vela latina ha propiciado la salvación de algunos botes tradicionales mallorquines.
Uno de los principales problemas con que se encuentra actualmente la conservación de los barcos tradicionales son los nuevos materiales. Desde el momento en que los procesos constructivos de los barcos cambiaron el material tradicional, la madera, por otros elementos como la fibra de vidrio y los materiales sintéticos, la madera ha pasado a ser un elementro de construcción de embarcaciones en desuso. Otro de los motivos que explican la destrucción de las embarcaciones es la revalorización de los lugares de amarre.