J.M.LÓPEZ
Las colas en las oficinas financieras abiertas ayer para la ocasión
fueron las grandes protagonistas de la primera jornada en la que el
euro pasó a ser la moneda común de los países de la eurozona. En un
día de Año Nuevo, que pasará a la historia por ser el único en el
que las sucursales bancarias abrieron sus puertas, la expectación y
la necesidad de adquirir las monedas y los billetes que son válidos
desde ayer, hizo que muchos clientes de diversos bancos y cajas de
ahorro se presentaran poco antes de las once de la mañana y
esperaran cola para hacerse con sus primeros euros. Unos billetes
que, en muchos casos, emplearon ayer.
En muchas de las oficinas abiertas se registraron colas de hasta 100 personas durante las tres horas en que antendieron a los clientes para cambiar pesetas a euros, sobre todo en las sedes centrales de Sa Nostra, La Caixa y Banca March. Una situación muy similar ocurría en las oficinas de Sa Nostra de Sant Miquel o de la Plaça Major, donde las colas estuvieron presentes a lo largo de toda la mañana, provocando incluso que muchos clientes tuvieran que coger número para poder canjear su dinero.
La tranquilidad reinó durante toda la jornada en la mayoría de las oficinas, según indicaron Darío Fernández, coordinador del euro de la Banca March; y Gabriel Genovard, director de la oficina de Sa Nostra de la Plaça Major. La avalancha de gente en busca de sus billetes de euros era previsible. Algunas sucursales abiertas de otras entidadas sólo cambiaban pesetas por euros a sus clientes, lo que provocó críticas de quienes guardaron cola inútilmente.
Una jornada laboral corta y fructífera para los
empleados
La jornada laboral de los empleados bancarios estuvo presidida por
la tranquilidad en todas las sucursales. Los cajeros tenían como
único trabajo ayer canjear dinero de pesetas a euros entre sus
clientes. La jornada laboral de ayer fue probablemente la más corta
de la historia en lo que atención al cliente se refiere, ya que los
bancos estuvieron abiertos al público de once de la mañana a dos de
la tarde. La gran mayoría de los empleados se mostraban muy
satisfechos por trabajar el día de Año Nuevo, como así reconocieron
algunos que no quisieron revelar su nombre, ya que en muchos casos
eso suponía un sobresueldo de 45.000 pesetas y un día de libranza
por haber trabajado en festivo.