Hace más de 20 años, los mineros de Mallorca se reunían el día de Santa Bárbara. Esta fiesta se perdió durante la década de los años 80, cuando la mayoría de las minas cerraron sus puertas a causa de la competitividad exterior. Ayer los mineros se concentraron en Selva para celebrar su segunda trobada. El alcalde del municipio, Joan Rotger, explicó que «la rehabilitación de la mina de sa Truyola de Lloseta permitió el año pasado la recuperación de esta antigua tradición».
A las once y media de la mañana un centenar de mineros, familiares y los alcaldes de los pueblos mineros asistieron a una misa en la iglesia de Selva; el encuentro finalizó con una comida en el polideportivo de ses Comes. Los presentes recordaron con emotividad los años que pasaron en la mina. La mayoría coincidieron en señalar que se trataba de «un trabajo duro y peligroso».
Las esposas de los mineros comentaban las penurias que pasaron mientras sus maridos trabajaban en la mina. «Apenas veía la luz del día y cuando llegaba a casa le ponía vinagre para calmarle las heridas que tenía en la espalda, ya que trajinaba senalles llenas de carbón», explicaba Catalina Raja. Jaume Brines empezó a trabajar en la mina en 1935 y hace unos 15 años que se retiró. Brines decía ayer que cuando empezó a trabajar ganaba 20 pesetas por día y que por cada bota que cargaba, que pesaba unos 300 kilos, cobraba unas 12 pesetas.