El temporal tampoco ha respetado el arte. Los vientos que azotaron Cala Rajada han dejado un panorama bastante desolador en el jardín en el que se exhibe la colección de esculturas que reunió Bartolomé March Servera, la única abierta al público en la Isla.
Los pinos no resistieron el embate del viento en sa Torre Cega y, en su caída, arrastraron las piezas. Bronce, acero, resina no pudieron con el vendaval. El recorrido por el jardín, siempre tan cuidado, se convierte en un triste paseo mientras los operarios retiran ramas y troncos que, en ocasiones, tapan por completo las piezas. No se trata de un destrozo irreparable. Sólo hay dos obras seriamente dañadas, pero, aquí y allá, otras presentan problemas. Basilio Baltasar, director de la Fundación Bartolomé March Servera, comentó ayer que será necesario «hacer un inventario exacto de los daños y restaurar aquellas esculturas que lo necesiten». Baltasar recordó que la Fundación tiene previsto instalar parte de esta colección en el Palau March de Palma, una vez finalizadas las obras de rehabilitación. Por ello, tras los desperfectos causados por el temporal, se aprovechará para una «reubicación» de las que permanezcan en Cala Rajada y un «rediseño del jardín».
«Le femme assisé», bronce de Berrocal, quedó partida por la mitad. «El alcalde», resina de poliéster de Julio López Hernández, también está my dañada. «Órgano del Mediterráneo», de Xavier Corberó, ha perdido una de su esferas. Con heridas hemos visto «Fuente», de Corberó; «La higuera», acero inoxidable de Juli Guasp; «Fuente sonora, de Auguste Fix; «Bóveda para el hombre», bronce de Pablo Serrano; «Deposition en rouge», de Roland Piche e «Ícaro», de Manuel Corona.