Estamos a punto de decir aquello de ¡se acabó la temporada! y nos referimos a la temporada turística, que sigue siendo la gallina de oro de nuestra economía. Una temporada no muy buena a raíz de los numerosos problemas surgidos a principios de la misma y con un impactante final: la destrucción de las Gemelas de Nueva York a causa de un acto terrorista, que a pesar de lo lejos que quedaban de nosotros "¡todo un Océano Atlántico de por medio!", el efecto de su caída ha repercutido muy directamente en ella, haciendo olvidar la huelga de transportistas de principios de verano y el efecto negativo de la anunciada ecotasa.
Cualquiera vinculado al mundillo de turismo estará de acuerdo en que si el año no ha resultado como todos esperábamos ha sido por esto. Pregunten, si no: se comenzó de forma titubeante, siguió una bonanza con tendencia a ascender y concluyó repentinamente con el derrumbe de las dos torres y la destrucción de un buen trozo del Pentágono. Y lo malo es que, a pesar de la guerra que se ha desencadenado a raíz del ataque de Estados Unidos a Afganistán, que es otro bofetón al turismo, como todavía no ha caído ninguna bomba en Europa, nadie se atreve a programar. Sobre el tema conversamos con Miguel Obrador, director del Palace de Muro y Antonio Mesa, director del Botel de Alcúdia.
«Estamos en stand by "nos dice el primero", y mientras esto no tome otro cariz difícilmente se podrá programar. Nosotros, que por cuestiones de ecotasa y huelga de transportes, como casi todos, comenzamos de forma titubeante, con el paso del tiempo hemos ido bien hasta ese fatídico día. A raíz de él, sin ir mal, sin haber anulaciones, tampoco se han producido nuevas reservas, ¿por qué? pues porque la gente tienen miedo a volar, yo diría que en algunos casos "en Alemania, sin ir más lejos" tiene pánico, con lo cual vamos a terminar peor de lo que habíamos previsto. Y pienso que eso pasa en todas partes».