A mediodía de ayer Clinton y su hija, Chelsea, concluyeron la jornada de descanso que se tomaron antes de que el ex presidente de Estados Unidos ofrezca una conferencia en Barcelona "hoy" tras haber estado la pasada semana en Roma, donde asistió a la II Conferencia Nacional de Publicidad; y en Madrid, donde, junto con Gorbachov, intervino en la Conferencia sobre Transición y Consolidación Democráticas.
A diferencia del día anterior, quienes velan por la seguridad y tranquilidad del ex presidente e hija "así como los vecinos de es Canyar" recomendaron a los periodistas que montaran la guardia a la entrada del camino que conduce hasta la villa de Cristina Macaya, que es donde se hospedan tan ilustres visitantes. Así que al rato éramos cuatro, y a poco de añadirse un quinto asomó por el camino el primer coche de los nueve que formaban el cortejo, entre ellos el Mercedes Benz, modelo antiguo, en el que viajaban Bill y su hija. ¿Iban de visita a Petra? Según nuestras noticias, no iban ni a Petra ni a jugar a golf. Iban a embarcarse en el velero de Plácido Arango, amarrado en el Club de Mar. Y así fue. Ignoramos si subieron a bordo del citado barco "pues se dicen tantas cosas en estos días", o en otro, lo cierto es que navegaron en un velero de casco marrón, y de un solo palo, llamado «Far out», amarrado a la vera del «Creole».
El velero, precedido de la lancha de la Guardia Civil, se hizo a la mar. Clinton, sentado en la popa del barco, dejaba para otra ocasión conocer la patria chica del fundador de California, Fra Juníper Serra, y de jugar al golf. Estaba claro que había venido a descansar, y que ahora estaba repitiendo parte del recorrido marítimo que hizo hace cuatro años a bordo del desaparecido «Fortuna», en compañía de los Reyes y del presidente del Gobierno y esposa.