El obispo de Mallorca, Teodoro Úbeda, acaba de convertirse en el obispo de mayor pontificado de la diócesis de Mallorca, a cuyo frente se encuentra desde hace casi treinta años. Teodoro Úbeda considera que el terrorismo es uno de los grandes males de nuestro tiempo y que precisa de una respuesta a nivel mundial. Según sus propias palabras, «el ser humano tiene el derecho a defenderse hasta el límite que sea necesario, pero en la debida proporción. Es moral y éticamente correcto que el cristiano defienda la propia vida y sólo tolere el daño que, como consecuencia, provoque en el agresor».
El obispo, que formuló estas declaraciones en el programa «Al Mediodía» de la Cadena COPE, que presenta y dirige Vicente Enguidanos, fue concluyente: «Los que tienen una responsabilidad social y pública tienen el deber de reaccionar y defender la vida y la integridad de quienes están bajo su cuidado». Igualmente observó en el fundamentalismo «la peor perversión de la religión» y recordó que «Dios abomina el fanatismo, por lo que cualquier actitud de agresión a los demás en nombre de la religión es una ofensa a Dios y a la Humanidad». En el transcurso de la conversación justificó la «mutua exclusión» entre el islamismo y el cristianismo por su recíproco desconocimiento y conminó a los fieles a la tolerancia y a no imponer ningún tipo de fe «porque Dios no la impuso».
Monseñor Úbeda calificó de «endiablado» el problema de la inmigración, «por ser generador de mano de obra necesaria ante las bajas tasas de natalidad, pero que debe ser acotado con responsabilidad, tras un debate social amplio». Preguntado por las consecuencias del caso Gescartera, consideró que iban a ser «importantes para el conjunto del planteamiento económico de la Iglesia y la colaboración de los fieles». El Obispo recalcó que la Iglesia había sido víctima y no responsable del suceso y que confió en las personas y organismos que amparaban a la Agencia de Valores.
«En caso de que hubiera algún acto especulativo deberá ser aclarado, aunque esto no justifica la campaña dolorosa a la que se ha sometido a la Iglesia por culpa de unos desaprensivos», si bien argumentó que «es lógico tratar de obtener una mejor rentabilidad para los recursos económicos, hasta que se usan». En este punto recordó Teodoro Úbeda la injusta invocación a la pobreza venida desde ciertos ámbitos, «ya que la diócesis mallorquina, con 151 parroquias y más de 300 sacerdotes se sostiene con sólo 360 millones de pesetas anuales, de las que 160 millones proceden de la asignación tributaria del Estado».