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Asomados a las ventanas del Mundo

Miles de mallorquines conocieron las Torres y conservan un recuerdo gráfico de ellas

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Hoy se cumplen dos semanas del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, de Washington. Dos acontecimientos que marcan un antes y un después. Y pudo haber sido peor de no haberse abortado un cuarto vuelo que seguramente se hubiera estrellado contra el Capitolio o la Casa Blanca. Dos semanas después, no podemos borrar las imágenes tremendas de cuando, estando la primera en llamas, un segundo reactor se estrella contra la otra torre, o cuando algunos de los que estaban en ellas trataban de huir de la muerte lanzándose al vacío desde casi cuatrocientos metros de altura esperando un milagro que no se produciría, o cuando ambos símbolos de la riqueza, uno después del otro, van cayendo y sembrando el horror y la muerte a su alrededor.

Nadie se podía esperar eso. Nadie. Cualquier cosa, menos eso. Ahora podemos esperar incluso más. Lo malo es que no sabemos de dónde puede llegar el autor, o cómo será capaz de hacerlo. Pero de que puede hacerlo, estamos seguros.

Mas, desde aquí, lo único que podemos hacer es rendir un homenaje a esas torres a través de quienes "sólo algunos" estuvieron en ellas, o cerca de ellas. Gentes de aquí, vecinos suyos, tal vez amigos suyos. Gentes conocidas, o menos conocidas, que algún día estuvieron allí, a sus pies o en el top of the world. Desde Rafel Estaràs, que se hizo una foto en la estatua de la Libertad con las torres construyéndose a su espaldas a finales de febrero de 1972, cuando Els Valldemossa, con una Genia con 19 años, cantaron en el Café Carlyle de NY, a Luis Delgado y señora, que posiblemente fueran de los últimos en verlas de pie, pues aquellas cayeron estando en NY, hace algo más de dos semanas.

Desde luego, nadie podía esperar que tuvieran el final que han tenido. Ni el más pesimista. Pues eran construcciones sólidas, cuya supervivencia a ésta y a generaciones venideras estaba más que garantizada. Pues ya han visto, el terrorismo ha hecho bueno aquello de «torres más altas han caído».

Lo que sí hemos podido constatar es que muchos de los que han estado en NY no han estado en la torres, y que no todos los que estuvieron en ellas se hicieron una foto para el recuerdo. Bastantes se fotografiaron dentro de ellas, ya fuera en el hall, ya fuera en los restaurantes del techo. Hoy seguramente les hubiera gustado poseer ese documento. Desgraciadamente ya no podrá ser.

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