Atrás quedaron los días en que las familias enteras salían a la calle para pasar la noche en compañía de vecinos y amigos tomando el aire fresco del anochecer, pero hoy en día si paseamos por los pequeños pueblos de Mallorca aún podemos encontrar, aunque con menos aceptación, gente que saca sus sillas y se sienta delante de sus casas para desconectar un poco de la industrializada vida que nos rodea.
Es una tradición que día a día se va perdiendo pero que, sin duda, aún conserva todo su encanto. Mientras algunas mujeres pasean por las calles del pueblo para despejarse, otros se sientan y ven pasar a la gente mientras mantienen una divertida conversación sobre las novedades que hay en la comarca o alguna anécdota graciosa que han presenciado durante la jornada.
Esta tradición se conserva sobre todo gracias a la gente mayor de nuestros pueblos, que ha vivido momentos inolvidables sentada en la calle durante el anochecer en tiempos en que no existía el televisor, ni los aparatos de aire acondicionado, ni los diversos pasatiempos a los que tanto estamos acostumbrados hoy en día y que creemos imprescindibles. Ellos se conformaban con una animada charla con los amigos.
Sobre las doce de la noche se suelen dar por terminadas estas pequeñas y agradables reuniones, aunque siempre hay algún grupo que se resiste a meter las sillas en casa y dar por terminado un día más de verano. En definitiva, estas son algunas de las situaciones entrañables que rodean la isla de Mallorca y que se conservan gracias a la gente mayor, que no quiere dejar de vivir teniendo una buena relación con los vecinos del pueblo aunque la sociedad actual sea más anónima que antaño.