Si la madre de Mette-Marit se atreve a ir de blanco a la boda de su propia hija, Ana Botella, esposa del presidente del Gobierno, José María Aznar, se empeña en ir a todas las audiencias reales con vestidos sin mangas. Yo, por si las moscas, dejé en casa mi vestido de escote en V y color azul eléctrico y opté por un azul ecléctico. Tan ecléctico, que en realidad era un azul más bien tirando a fucsia, no vaya ser que, con tanta electricidad, provocara un cortocircuito en Marivent con la Reina doña Sofía recién llegada de Oslo y el príncipe Felipe vaya usted a saber dónde.
Todavía no he dicho que mi azul ecléctico tirando a fucsia, el vestido sin mangas y la propia Ana Botella, claro, estuvieron ayer en Marivent, donde el presidente del Gobierno y esposo de Botella a partes iguales fue recibido en audiencia por don Juan Carlos. El Rey se dejó fotografiar con un Aznar que, después de tres semanas de vacaciones, ya ha conseguido uniformar el rojo tomate que estaba reservado a la primera audiencia a su apéndice facial más notable. Después del bigote, claro. La audiencia duró aproximadamente una hora y media, momento que los periodistas acreditados en Marivent dedican su tiempo al sano ejercicio de no hacer nada y disfrutar de la tranquilidad de los jardines de Palacio. ¿He dicho tranquilidad? Los jardines de Marivent parecían ayer la Vía de Cintura en hora punta y eso que Francesc Antich dice que el Rey no quiere autopistas. Uy, se me ha escapado.
Dos veces pasó la Reina al volante de un Seat Arosa "una de ellas muy cerca de los periodistas" y una vez pasó Nicolás de Grecia al volante de un impresionante descapotable. Pasadas las 8.30, llegó a Palacio la presidenta tras su pase por la peluquería. Ana Botella eligió un vestido entallado de color blanco con volante en la parte baja con flores en tonos fucsias "como mi vestido azul ecléctico" y, atención a la noticia, por primera vez en muchos años, no tuvo ningún problema con sus sandalias de medio tacón. La Reina eligió un cómodo atuendo en tonos blanco y azul marino, con una falda con estampado étnico y una amplia blusa floreada. ¿Zapatos? Sí, de moda: alvarques menorquinas.
Con tanto trasiego de trajes, se me olvida el menú de la cena: crema fría de alcachofa, medallones de mero a la parrilla con arroz y setas y tarta de helado con frutas del bosque, con un tinto Ribera del Duero Mauro 1994. Como es obvio, ni Aznar ni el Rey dijeron esta boca es mía tras su encuentro en Marivent y posterior cena con sus respectivas esposas. En caso contrario, en lugar del menú y de los trajes, esta crónica estaría llena de gescarteras; y tal vez de formenteras.