Joan Collins sigue en Eivissa, a donde llegó el pasado sábado al atardecer. Fondeó en Malibú, ses Salines, y por la noche se dejó ver en Marina de Botafoc. Joan no viaja sola. En el barco la acompaña un mozarrón alto y guapo "ése que ven" al que ella no para de hacer mimitos. Y es que, ¿se apuesta algo a que está enamorada de él? Y es que una mujer que ha amado tantas veces, ¿por qué no intentarlo de nuevo, ahora que toma la recta final de la vida aceptando que está en ella?
Porque es evidente que Joan sabe envejecer sin traumas. Posiblemente multioperada "¿y qué?", mantiene su belleza, pero sabe que ya no es ninguna jovencita, por lo que tampoco se viste de jovencita, ni reacciona como tal, ni hace las tonterías que hacen otras tratando de serlo cuando no son más que unas perfectas abuelas.
Joan, que como hemos dicho ha amado muchas veces, parece que vuelve a amar. A estar enamorada. Pero lo lleva con discreción, sin aspavientos. ¿Que quién es él? Se llama Piercy Gibson, es norteamericano, alto y guapo. Es también discreto, se deja llevar, no se complica mucho la vida y deja que ella sea la protagonista... salvo cuando creen que no les ven, como en ese instante, aunque los ven. ¿Que si es él el elegido como futuro marido? Puede, ¿por qué no? ¿qué problemas hay para que no lo sea, si ella lo posee casi todo?