Antonia Dell'Atte es única, personal e intrasferible, y ¿saben lo que les digo?, una buena chica, que va a su bola y que procura no meterse con nadie. Y si es como es, se debe a que, un poquito, la hemos hecho nosotros así, ya sea porque ha sido la ex mujer de Lecquio durante y después de Ana Obregón; ya sea porque es mujer con morbo; ya porque es invitada a menudo a participar o hacer algo, ya sea en tierra, ya sea en mar; ya sea por lo esquiva que es a veces; ya sea porque frecuentemente es noticia de algo, incluso cuando está de vacaciones, que puede serlo más si cabe, verbigratia este verano, que tras prestar su imagen a Kühn and Partner, se dice que se va con Máximo Pradera a Antena 3 a darle pal pelo a Sardá, o como el verano pasado, que se subió en todos los barcos de postín de la bahía de Palma, incluido el «Fortuna»; ya sea incluso cuando no es noticia y quieren que lo sea, como a través de en cierta revista italiana en la que le atribuyen unas declaraciones que jamás ha hecho, y que yo creo que no las ha hecho, pues se puede ser lanzada, pero Antonia sabe hasta dónde puede llegar, y eso, como les comenté el sábado, no creo que lo haya dicho jamás.
¿Que alguien puede pensar que digo esto porque Antonia me cae bien? Aparte de que, efectivamente, me cae muy bien, y eso que jamás me ha concedido una entrevista que me haya permitido ir más allá de pregunta y media, estoy seguro que no. Pues bien, ayer, sin proponérselo, volvió a ser noticia en plena bahía, durante la pequeña encalmada que se declaró a poco de iniciar la última regata. Antonia, bañador claro, ajustado por detrás, como los que ha lucido últimamente, que iba en una lancha neumática, que no en yate ni en velero, junto con otras amigas, algunas muy guay, decidió tomar un baño, que ¡hela ahí! El problema estuvo a la hora de regresar a bordo de la embarcación, pues no es lo mismo hacerlo por una escalerilla que a pulso, como tuvo que hacerlo, poniendo en evidencia sus músculos y buena forma física.