Francisco González es un joven comprometido con la lucha contra «un mundo injusto», como él mismo lo califica. Por eso, el pasado fin de semana, a título personal, estuvo en Génova, donde se celebró la cumbre de los países más industrializados del mundo (G-8). González, que también preside la Associació de Sociologia de les Balears, fue testigo del ambiente que la ciudad vivió esos días.
"¿Cómo decidió ir a Génova?
"Estaba de vacaciones en Francia y ya tenía pensado ir.
Desgraciadamente, por una serie de motivos no pude llegar hasta el
domingo a mediodía. Al llegar, vi el centro y no me metí. Daba
miedo. Puedo decir que en la frontera, cuando entré todavía había
bastante control y algunos diputados de Refundazione Comunista se
desplazaron allí para agilizar la entrada. A nosotros nos dejaron
entrar pasando como turistas.
"¿Por qué dice que daba miedo?
"Génova estaba sitiada. Las calles estaban cortadas y el control
policial era muy fuerte. Nos decían que por el mero hecho de entrar
en el centro seríamos agredidos. En parte me alegro de no haber
llegado antes. Hablé con protagonistas directos de los incidentes
del sábado que se trasladaron desde Cataluña y me contaron que todo
empezó en la manifestación, cuando la policía, sin mediar palabra,
cargó. Me contaron que aquello fue una trampa, una ratonera, donde
la policía agredía desesperadamente. La gente buscaba salidas y
estaban cerradas por la policía, que cargaba con contra los grupos
de más de tres personas que intentaban huir. Felipe, un amigo mio
de Cataluña, me dijo que vivió un ataque de nervios. Contaba que
era normal cruzarse con gente sangrando. Incluso algunos detenidos
fueron obligados a decir en voz alta «Viva Il Duci (Benito
Musolini)!». El ambiente el domingo era de mucha crispación y la
gente se sentía físicamente vencida.
"Y claro, usted comparte este movimiento.
"Creo que en toda época hay quien encarna la conciencia social.
Este movimiento es la conciencia de un mundo que se está
desbordando. Hay quien está intentando dañar la imagen del
movimiento en los medios de comunicación, pero no estamos en contra
de la globalización en sí misma, queremos que se globalicen los
derechos humanos, la democracia, la sanidad, los remedios contra el
sida, la educación y todo lo que no se globaliza. Para negar eso
hay que ser hipócrita o imbécil.
"¿Y piensa que en Mallorca tomará fuerza este
movimiento?
"En Mallorca hay el mismo porcentaje de gente que se solidariza que
en cualquier otra parte. Lo que pasa es que nos atribuyen una
imagen que no nos corresponde. Somos pacifistas y antimilitaristas.
Además, la represión también se hace de esta manera. Si yo tengo
familia, hijos y estoy en contra de la globalización y veo lo que
ha pasado en Génova, la próxima vez tendré miedo de ir a un acto
antiglobalización.
"¿También estuvo en la manifestación de
Barcelona?
"Sí, allí sí que pude vivir los incidentes más de cerca. Quedó
claro que los provocó la policía infiltrada y que esperaron a que
llegásemos a la Plaça de Catalunya para cogernos a todos. Creo que
los gobiernos occidentales son bastante miopes y que habrá un antes
y un después de Génova, como pasó con el mayo de 1968. Ya hay
gobiernos que quieren sentar a la mesa a las organizaciones
antiglobalización más «serias» y eso ya es algo.