«El día tiene 24 horas y estamos 36 ocupados». Así define Caridad Segura, presidenta de la Germandat de Mestres Jubilats, las utilidades de pertenecer a esta asociación que nació a finales de los 80 para apoyar al profesor retirado: «La Administración nos tenía olvidados. Se tenía que luchar por una pensión digna, aunque el problema, hoy, ya se ha solucionado».
La finalidad actual de la Germandat es social, para que el maestro que se jubila no se encuentre solo e inactivo después de toda una vida tan «acompañada y atareada». De ahí que los miembros de la hermandad hayan optado por dedicarse a los niños desprotegidos, con deficiencias familiares o problemas de integración racial. Organizar colonias de verano, clases para menores que viven en pisos tutelados o montar un mercadillo con fines benéficos, son algunas de las actividades que los más de 400 profesores asociados realizan, distribuidos en grupos, durante la semana.
Pero no todo es trabajo. También queda un hueco "grande" para la diversión: excursiones, pintura, clases de relajación... y a corto plazo: viajar a Marruecos, convivencias en Lluc o unas jornadas de retiro con un maestro cristiano de Zen, «para relajarnos de tanta actividad», ríe el grupo que se reunió en el Museo de la Educación de Inca. Con respecto a la enseñanza, piensan los maestros que la vida ha cambiado mucho, y con ella, la relación profesor-alumno: «Los padres están muy ocupados y no tienen tiempo... el maestro no puede sustituir a la familia..., antes hogar, escuela y maestro eran todo uno..., hoy es el padre quien, en ocasiones, resta ante su hijo la autoridad al profesor...».
Y ocurre lo que ha ocurrido siempre, porque son unos pocos chicos los que «estropean» el ambiente de toda una clase. Pero el «viejo maestro» no pierde la esperanza y cree que la relación entre padres e hijos mejoraría si el tiempo de contacto con los niños fuera intenso y de calidad: «Con media horita al día se hace», afirman.