La creación del Tribunal Penal de La Haya encargado de juzgar los crímenes de guerra cometidos en la antigua Yugoslavia suscitó casi por igual satisfacción y escepticismo entre quienes no deseaban que quedaran impunes los delitos cometidos, y que a la vez temían que todo quedara en una cosa formal, vacía de una auténtica dimensión punitiva. Lamentablemente, los hechos han ido hasta ahora dando la razón a aquéllos que pensaban que la acción del citado Tribunal no abarcaría más allá de unos requerimientos, una condena moral y poco más. Hasta la fecha, el brazo de esta justicia supranacional tan sólo ha alcanzado a unos pocos sicarios, verdugos ejecutores de los verdaderos responsables de las atrocidades allí cometidas entre 1991 y 1992. Pero la entrega voluntaria de la que fue presidenta serbobosnia, Biljana Plavsic, y su inminente comparecencia ante los magistrados de La Haya supone un giro nuevo en la situación. Durante la guerra civil de Bosnia, Biljana Plavsic ocupó la vicepresidencia con Radovan Karadzic- uno de los criminales de guerra más buscados por el Tribunal -, asumiendo la presidencia de la República cuando por exigencias de la comunidad internacional el líder de los serbios de Bosnia fue apartado de sus cargos públicos. Posteriormente, Plavsic rompió con su partido y se convirtió en aliada de Occidente, por más que muchos no olvidan que en su momento aplaudió la limpieza étnica llevada a cabo en su país. Su nombre figuraba en las listas que el Tribunal mantiene en secreto, a fin de evitar que los criminales se mantengan en paradero desconocido, por lo que su reciente entrega permite dar a dicho Tribunal un verdadero paso adelante con vistas a la comparecencia de criminales como el propio Karadzic, o su jefe militar, Ratko Mladic. Entendemos que desde La Haya se debe aprovechar la oportunidad para dotar de auténtica fuerza al Tribunal: no olvidemos que Biljana Plavsic es el civil de más alta responsabilidad que ha caído hasta ahora en manos de un Tribunal que está obligado a ponerse realmente en marcha si quiere responder a las expectativas que despertó su creación.
Editorial
En marcha el Tribunal Penal de La Haya