Para la mayoría de mujeres, la muñeca ha marcado una parte muy importante de su infancia. Muchas de aquellas niñas son hoy en día mujeres y guardan con cariño la muñeca más querida y entrañable. La delegada de Govern, Catalina Cirer, guarda como oro en paño la muñeca que le regalaron a finales de los años 60. Al igual que su hija Miquela, de cuatro años de edad, le encantaba jugar con muñecas, las peinaba, les cortaba el pelo, las maquillaba, etc. La pequeña Miquela tiene una gran colección de «Barbies».
Rosa Estaràs, diputada del PP en el Congreso, jugaba con varias muñecas que aún conserva. Mabel Cabrer, diputada en el Parlament, no guarda ninguna muñeca porque no le gustaban, pero por el contrario conserva el «comediscos». La escritora Maria de la Pau Janer recuerda con añoranza y la mirada brillante cómo su abuela le dijo que si se aprendía la primera cartilla de leer, le compraría una muñeca y Mari Pau aprendió a una velocidad de vértigo. Les ponía nombre a todas, «Aixa» es una de sus preferidas. Sabina Andreu, miss Balears 2000, guarda la muñeca trompetista del ejército que le regaló su tío. Carolina Ballester, miss Balears 1999, jugaba más con los peluches. Silvia Riutord, la «chica burbuja» de Freixenet, jugó en su juventud con las «Nancys», «Barriguitas» y «Nenucos», pero fue éste último su muñeco preferido.
Esperanza Bosch, del Lobby de Dones, conserva con minucioso cariño la muñeca que su madre y su hermana se compraron hace años, tras varios meses de ahorros. Sílvia Riera, cónsul de Polonia en Balears, a pesar de no jugar mucho con muñecas, ya que prefería divertirse jugando a vaqueros o hacer cabañas, guarda un precioso «Pierrot». Àngels Arce, asesora de prensa del Ajuntament de Palma, nos muestra su «Baby mocoseta», aunque la más entrañable para ella es la que le regaló su hermano el día que ella nació.