La idea de instalar un carillón en la torre de la iglesia de San Sebastián, explica su párroco Alfredo Miralles, nació inspirada «en el deseo de conmemorar y celebrar el 2000º cumpleaños de Cristo». Se eligieron quince campanas "las mayores pesan unos 68 Kg, y las más pequeñas 6 ó 7", y un sistema informático que gobierna los martillos percutores y que ejecuta las diferentes melodías: «Por eso es imposible bajar el volumen», afirma Miralles, «pero estas campanas no son ruidosas... Las de 350 Kg hacen vibrar hasta los cristales, y elegimos el carillón, de sonido más suave. Y como pudo comprobar la «Patrulla Verde» al empezar todo este lío, no se superan los decibelios marcados».
Porque las campanas de San Sebastián, agradables para muchos, se han convertido en motivo de conflicto entre la Parroquia y algunos vecinos de la zona, hartos de lo que consideran «un ruido molesto». El párroco es una de las partes en este conflicto "que ha llegado incluso, y de manera oficial, hasta el Ajuntament"; la otra, ex secretaria general técnica de la Conselleria de Treball, María Rosa Arregui, vecina de un inmueble muy próximo al campanario, prefiere no hacer más declaraciones «porque esto se ha convertido en un espectáculo y espero que se olvide, aunque haré lo que tenga que hacer».
Según palabras de Alfredo Miralles: «Las campanas se van a quedar, aunque estoy dispuesto a dialogar para llegar a una solución, siempre que el diálogo no sea «o las quitas o... vamos por las malas». Si dialogar es llegar a acuerdos, como en qué momentos y en qué condiciones... entonces el tema es dialogable».