«El Tai Chi es el arte de ocultar la dureza dentro de la suavidad, como una aguja envuelta en algodón». Este proverbio oriental describe de manera exacta la esencia de una de las artes marciales más serenas de la China. Su técnica se basa en el desarrollo de la energía interior mediante la suavidad y la intención. No es un arte de defensa, como el Taekwondo o el Karate, sino que su función es fundamentalmente de desbloquear aquellos puntos de energía que padecen el estrés cotidiano. El Tai Chi ejercita conjuntamente cuerpo, mente y espíritu.
Su origen parece remontarse al siglo XIII, de la mano del mítico maestro Chang San Feng, que fusionó en un único sistema los milenarios conocimientos taoístas sobre fisiología y bioenergética del cuerpo humano con los sistemas de meditación taoístas y budistas.
El Centre Cultural de s'Escorxador lleva ya años impartiendo este arte marcial, que tiene muchos seguidores. Este año, son alrededor de doscientas personas las que acuden, en distintos horarios, a los cursos que se iniciaron el pasado mes de octubre. Jaume Marí, Iraima Orejudo y Zaidah Bellod son los especialistas encargados de inculcar las bases milenarias.
Según comentan los profesores, el Tai Chi es una práctica intensa y completa, beneficiosa a cualquier edad. Por esta razón pequeños, jóvenes y mayores han apostado por la tranquilidad y la serenidad de sus movimientos. Las clases que se imparten son de una hora de duración, que se estructura en tres fases. Un calentamiento inicial, basado en ejercicios de apertura de articulaciones y estiramiento de músculos y tendones, da paso a la tabla del Tai Chi, propiamente dicha.