Manuel Rodríguez puede que sea uno de los pocos supervivientes de los buenos tiempos del barrio chino de Palma, pues desde hace 35 años está al frente de la peluquería de la calle del Socors.
Sentado en la silla de barbero, contempla el panorama con la esperanza «de que cuando abran los juzgados esto va a mejorar en todo». Dice que con los cambios que se han obrado, no ha perdido ningún cliente. «Pero no es lo mismo. La droga ha echado a perder el barrio chino. No es lo que era. Y dudo que vuelva a ser lo que fue».