Coincidiendo con la Diada de Mallorca, una celebración que lamentablemente pasará hoy desapercibida para la inmensa mayoría de los mallorquines, pese a los buenos propósitos del Consell, al no ser día festivo, la presidenta Maria Antònia Munar presentó ayer el calendario del Pla Territorial de la Isla, un instrumento necesario para proceder a la ordenación definitiva del territorio y para determinar las futuras normas del urbanismo que deben regir en un futuro. Es cierto que la tarea debió emprenderse con anterioridad y no esperar a 2000 para iniciar el proceso, tal y como apuntaban las autoridades insulares ayer. Pero es positivo que se inicie el proceso de racionalización del desarrollo urbanístico para poner coto a un desmesurado crecimiento que se ha prolongado en exceso a lo largo de años.
Munar afirmaba que el futuro no se puede dejar en manos de especuladores y que el Plan va a ser un instrumento para un mejor desarrollo económico y social. Objetivos deseables, aunque para su consecución se requerirá un estudio sosegado e imparcial de las necesidades y carencias de Mallorca.
De todos modos, es absolutamente necesario que se establezcan medidas de protección del territorio y del medio ambiente, principales valores de nuestra isla, tal y como apuntaba la presidenta del Consell, pero naturalmente desde una base sólida. Y eso es lo que pretende precisamente la elaboración del Pla Territorial de Mallorca. El proyecto estará redactado en unos 27 meses y será entonces cuando podamos ver con mayor conocimiento de causa de qué manera va a regularse el crecimiento en Mallorca. Por el momento sólo cabe acoger con esperanza la elaboración de una herramienta que, aun siendo necesaria, sólo ha sido posible emprender en estos momentos.