El estado de las playas mallorquinas es realmente satisfactorio. Respecto a la semana anterior sólo se han producido dos cambios: uno para bien y otro para no tan bien. El primero lo protagoniza la Platja d'Alcúdia, que sube de bueno a excelente. En cambio, el punto negro de esta semana es Cala d'Or, en Santanyí, que baja de excelente a buena.
Cabe destacar que la calidad de las aguas de las playas es excelente en casi su totalidad. Sólo dos playas de Santanyí ostentan el calificativo de buenas: la anteriormente citada de Cala d'Or y la de Cala Gran. Así, hoy hay buenas playas donde elegir darse un chapuzón teniendo sólo cuidado de las medusas.
La última «oleada» de medusas se detectó en Alcúdia en 1990. En el año 91, expertos del Instituto Español Oceanográfico "entre otros", se aprestaron a investigar las causas de la aparición de tales enjambres "así se denomina a los grupos numerosos de estos animales", y se encontraron con que el fenómeno empezaba a remitir. No se conocen en profundidad las causas que motivan las irregulares explosiones demográficas de estos «gelatinosos» seres vivos. Influyen el alimento, la luz, la temperatura y las condiciones climáticas, pues algunas especies se desplazan desde alta mar arrastradas por las corrientes. Pero está aún por determinar en qué medida han de conjugarse estos parámetros para poder hablar de apariciones cíclicas predecibles. Este año se ha vuelto a dar un considerable aumento del número de medusas en las costas, lo que preocupa a los bañistas por el riesgo de «picaduras».
Aunque existen cientos de especies de estos animales, en el Mediterráneo sólo se dan diez o doce, y no todas urticantes, como es el caso de la Cotilorhiza tuberculata, que no se considera tan «venenosa» "aunque asuste su aspecto de «enorme huevo frito flotante»", y que últimamente ha visitado nuestras playas.