Las elevadas temperaturas que se padecieron ayer, y que desmintieron el dicho popular de que Santa Margalida l'encén i Sant Bernat l'apaga, provocaron que la romería de San Bernat no fuera tan numerosa como en años anteriores. Unos quinientos romeros se concentraron en la tarde del sábado en la plaza de Cort para recorrer a pie los cinco kilómetros que separan el ayuntamiento del monasterio de Santa Maria de la Real. Estas fiestas de San Bernat ya se celebraban en el año 1241, y en 1441 los molineros lo eligieron patrono. Hace algunos años, a petición de entidades de la zona y del propio monasterio, se decidió darles un nuevo impulso.
Coincidiendo con la hora de salida de los romeros, en el monasterio se celebró el oficio de rezo de vísperas. Posteriormente se bendijo la aromática alfabeguera y los fieles fueron agasajados con ella y luego pasaron a venerar la imagen del «monje blanco». Los marchantes, entre los que se encontraba el alcalde de Palma, Joan Fageda, la delegada del Gobierno, Catalina Cirer; el edil d'Educació i Joventut, Jordi Llabrés; la concejala de Participació Ciutadana, María José Frau, el teniente de alcalde José María Rodríguez, y Tolo Güell, presidente del Grupo Güell, fueron recibidos por la comunidad de Misioneros de los Sagrados Corazones, encabezados por el padre superior y párroco del Real, Toni Vallespir.
Una vez en el Monasterio, los gigantes de la Sala ofrecieron a los que iban llegando un breve baile típico mallorquín. Los fuegos artificiales, la música y los distintos puestos de golosinas y comida rápida enmarcaron la fiesta en un ambiente de jovialidad y alegría. Todos y cada uno de los fieles fueron depositando, a su llegada, hojas de albahaca en la capilla propia de Sant Bernat, hecho que provocó un pequeño embudo de gente deseosa de venerar al santo. Después de la tradicional misa, la gente fue saliendo de la parroquia para introducirse de lleno en la celebración de ese especial día, que se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
Cabe señalar que el alcalde de Palma no quiso perderse esta cita a pesar de que poco antes había casado, junto a la edil Lis Riera, a la hermana de ésta, Silvia, cónsul honoraria de Polonia, en el salón de plenos del Ajuntament de Ciutat.