Sobre un rellano del puig de Suro, a 345 metros sobre el nivel del mar, en el término municipal de Mancor de la Vall se encuentra una gran casa con decenas de ventanas resguardadas del sol y la lluvia por persianas típicas de madera pintadas de verde. Es un monumental edificio cuadrado que puede verse desde muy lejos y cuya posición privilegiada ofrece una vista impresionante de gran parte del centro isleño. Este lugar fue elegido por los habitantes de la zona para edificar la capilla de Santa Llúcia en el siglo XIV.
La iglesia de Selva, lugar de culto al que debían acudir a misa, se encontraba muy lejos y el acceso no era fácil en según qué épocas del año. Para favorecer la asistencia de fieles a misa se construyó la austera capilla de una sola nave que sigue las bases arquitectónicas de las primeras iglesias construidas tras la llegada de Jaume I el Conqueridor. El edificio fue ampliándose para ofrecer un mayor número de servicios que acercaran a los fieles a Dios. Desde hace ya muchos años el oratorio se utiliza como lugar para retiros, ejercicios espirituales, convivencias, cursillos de cristiandad y apostolado castrense.
Por sus habitaciones llegan a pasar cada año cerca de seis mil personas que van ocupando las 68 camas de las que dispone la hospedería. Los fines de semana y períodos de vacaciones esta casa está llena de mallorquines que acuden con su parroquia o asociaciones, pero también es conocida la casa por grupos de extranjeros, como unos alemanes que, desde hace ya 15 años, visitan el oratorio dos veces al año.
Los meses de verano la actividad en el santuario es diferente al resto del año. El mes de julio la casa está abierta para ejercicios espirituales de otras órdenes religiosas isleñas y agosto es tiempo de vacaciones para las dos monjas que viven allí. Como dicen ellas, son unos días (no sobrepasan los veinte) para disfrutar de la familia y descansar del trabajo diario de la casa, una casa que puede hacerse demasiado grande para dos mujeres solas.