El nuevo «Fortuna», la embarcación del rey Juan Carlos, regresó ayer al agua tras once días de reparaciones. La supervisión de algunos detalles se efectuó en el hangar de Portopí, donde comprobaron su fiabilidad tecnológica. Una auténtica joya que cabalga sobre las olas a gran velocidad y de la que todavía no han podido disfrutar Sus Majestades debido a las continuas puestas a punto y reparaciones que ha sufrido.
A las diez de la mañana de ayer se abrieron las puertas del hangar de Portopí para comenzar la tarea de «botar» el «Fortuna» de nuevo al mar. Un trabajo que llevaron a cabo numerosos operarios: más de una veintena de hombres trabajaron durante toda la mañana para alejar el barco de su privilegiado amarre.
El Rey observó y supervisó las tareas que marineros, trabajadores del puerto y buceadores realizaron desde primeras horas del día.
Fue un trabajo muy laborioso, ya que no sólo hubo que sacar el «Fortuna» del hangar, sino que también se tuvo que instalar una enorme parabólica en lo más alto del yate. La altura del mismo no le permite conservarla, y hay que montarla y desmontarla para entrar o salir del hangar. El capitán del yate, Richard Cross, estuvo con Su Majestad en la cabina de mandos inspeccionando todos los detalles.
Tras numerosas revisiones y tareas de limpieza, casi todos los operarios, el capitán y el Rey salieron a probar el yate por las cercanías de Portopí. Navegaron durante mucho tiempo, aunque no pudieron poner los motores al máximo por falta de espacio. Finalmente, parece que las averías que han impedido a la Familia Real salir a navegar con esta maravilla de embarcación se han resuelto. Lo que en principio, según la versión oficial de Marivent, parecía una revisión rutinaria ha durado más tiempo de lo previsto.