Francisco Luis Sánchez tiene treinta y seis años, y lleva trabajando como taxista ocho. Primero tuvo un taxi propio "hasta 1997", y desde hace dos años trabaja como asalariado en el taxi número 549, juntamente con Joan Nicolau. El seguro del taxi le vencía a inicios de agosto, pero semanas antes de que acabase, la compañía aseguradora le envió una carta en la que le advertía de que no le volvería a renovar la póliza. La causa alegada era que había tenido tres golpes o accidentes a lo largo de los últimos doce meses.
Desde el pasado 3 de agosto Sánchez ya no dispone de seguro y, por tanto, no puede conducir. «Reconozco que, efectivamente, tuve tres partes de accidente por golpes en este último año, y sé que las compañías aseguradoras no renuevan a partir de dos golpes», señala Sánchez, y añade: «Pero también es verdad que compañeros míos que no habían tenido ningún incidente desde hace años han visto como su compañía aseguradora habitual ya no quería tampoco renovarles la poliza».
A este respecto, Ultima Hora publicó el pasado mes de julio la queja de diversos taxistas que denunciaban que, efectivamente, sin haber sufrido ningún accidente, no habían podido renovar el seguro con su compañía habitual. Y no sólo eso. Las compañías a las que se vieron obligados a acudir, o bien tenían tarifas que superaban en más del cien por cien el importe de la póliza anterior, o bien obligaban al futuro asegurado a suscribirse a una plan de pensiones o a un seguro de vida complementario si querían contar con un seguro para su taxi. Este periódico se puso en contacto con diversas aseguradoras para conocer el por qué de estos obstáculos a la hora de asegurar un taxi, y responsables de las mismas señalaron que preferían no asegurar taxistas por los riesgos que ello ocasionaba a nivel económico.