Decimos en otro lugar de este diario que en el muelle de la base naval de Porto Pi no hubo novedades, que incluso la motopedo estaba allí, al lado de la gomonne, sin que nadie le hiciera el menor caso. Pues bien, eso ocurría hasta las seis de la tarde, que a las seis y un minuto varió el panorama: aparecieron en el muelle los Duques de Lugo con el pequeño Froilán y ¿qué dirán que hicieron? Efectivamente: se embarcaron en la pequeña canoa, y los tres, como quien no quiere la cosa, navegaron un ratito.
A los mandos, Jaime de Marichalar, que aunque va dominando la máquina, en según que momentos da la impresión que esta se le rebela. Mientras tanto, Pipe se lo estaba pasando pipa. Ya solo le falta subir al Fortuna y navegar en él, porque en lo demás ya ha estado. No sé si notando que el motor no terminaba de funcionar, o bien pensando que ya estaba bien para ser el primer día, regresaron a puerto.
Por espacio de unos minutos, con los tres a bordo, los mecánicos estuvieron revisando el pequeño motor. Tras haber solventado el problemilla mecánico, reanudaron el paseito marinero sin salirse del puerto. ¿Qué significa esto? Que doña Elena lleva muy bien el embarazo, que a don Jaime le gusta cada día más la motonáutica y que a el pequeño Froilán, seguro, le va a tirar muchísimo la mar.