Tal y como les contamos ayer, el encuentro, por otra parte esperado, entre los Reyes y los Banderas tuvo lugar el sábado por la noche, en el restaurante Es Baluard y, dentro de lo que cabe, de la forma más discreta. Y el abrazo entre el Monarca y el actor, con reverencia de este y de su esposa hacia la Reina, fue dos horas después en el mismo sitio, tras una exquisita cena.
Fue, por otra parte, un encuentro entre armadores y tripulaciones de dos barcos que horas antes habían competido y que lo iban a hacer horas después, «Bribón» y «Tau» "antes también Bribón", capitaneados por el Rey y el hermano de Antonio, siendo este y Cusí sus respectivos armadores.
Ya contamos el domingo como fue la llegada de ambas tripulaciones encabezadas por sus respectivos capitanes y armadores. Vestían de forma distendida, cómoda, apropiada para la ocasión. Ignoramos si Banderas conocía al Rey, que si no ahí tuvo la gran ocasión de hacerlo, largo y tendido. Y Melanie, pues para que les cuento como estaba de feliz. Porque para un norteamericano, en esta ocasión norteamericana, lo más grande de este mundo puede ser conocer, dar la mano, a un Rey de carne y hueso, y ella, ¡por fin! lo consiguió. ¿Que de qué cenaron? El Rey, Melanie y Banderas de Rostit humit de menet de llet, o sea, asado de cordero lechal, mientras que la Reina degustaba un rico anfós torrat amb tumbet. Doña Sofía no tomó postre, en cambio el Monarca, Melanie y Antonio probaron tarta con salsa de confitura.
Tras la cena y una sobremesa, los Reyes abandonaron el restaurante. Don Juan Carlos y Antonio se dieron una abrazo, Melanie hizo la reverencia que luego, ambos, repitieron ante la Reina. El actor, al quedarse solo con su mujer y dos de sus hijos "habían llegado con tres amiguitos de éstos", estuvo contando que durante la mañana habían navegado a Cabrera, pero que a causa del mal tiempo no pudieron entrar en la Cova Blava.