El aeropuerto de Son Sant Joan presentaba ayer a primeras horas de la mañana un aspecto muy movido, aunque sin ningún incidente en particular. El aeropuerto estaba afrontando una de sus jornadas más concurridas, con una afluencia estimada en 136.000 pasajeros a lo largo del día.
Tanto el hall principal como los distintos vestíbulos y salas de embarque acogían a una gran multitud de personas. Las grandes dimensiones del edificio contribuyeron notablemente a la hora de evitar incomodidades y concentraciones excesivas en determinados puntos. Sin embargo, a medida que pasaban las horas, la paciencia comenzaba a remitir y se apreciaba un ambiente cargado y de notable cansancio. Largas colas se habían formado frente a los mostradores de facturación de distintas compañías. Los viajeros esperaban pacientemente para embarcar hacia destinos tan dispares como Newcastle, Leipzig, Dusseldorf, Munich, Colonia, Zurich, Menorca, París, Barcelona, Paderborn, Hannover o Copenhage. Las principales horas de afluencia de pasajeros fueron de 6.00 a 8.00, de 13.00 a 15.00 y de 19.00 a 21.00, siendo esta última franja horaria la que más tránsito presentó, con un movimiento de casi 10.000 personas.
Con un total de 911 vuelos estimados (finalmente fueron menos de 900), el aeropuerto se preparaba a las seis de la mañana para afrontar una jornada muy ajetreada, en la que, a la postre, hubo de todo: algunos jóvenes dormidos en los bancos, cientos de personas sentadas en los servicios de cafetería y restarurante, algún que otro pasajero desconcertado pidiendo explicaciones sobre el retraso de su vuelo, matrimonios nerviosos y en plena discusión por la pérdida de su avión, numerosas reclamaciones en las oficinas de reserva de billetes... En las llegadas, la gente se agolpaba frente a las cintas transportadoras para recoger sus equipajes. Son Sant Joan registró un movimiento de la nada despreciable cifra de 200.000 maletas, por lo que en algunos momentos se saturó el sistema de reparto.