Y éste, en princpio, dijo que nones. Que como mínimo quería 3.000. El representante del Milán trató de contactar con Berlusconi, pero no lo consiguió. «Está en el barco», le comunicó alguien al otro lado del hilo telefónico. El representante del Milán, carraspeando, le dijo que seguirían hablando una vez que él hubiera hablado sobre esas diferencias con don Silvio. Y para que viera sus buenas intenciones le regaló a Florentino una camiseta del 7 del Milán, Shevchenko, con la que salió del restaurante, llevándola sobre el hombro.
Pero antes hubo más cosas. Por ejemplo, ¿saben de qué almorzaron? De primero, vichysoisse y consomé; de segundo, lubina y merluza, que no sabemos si por los dichosos negocios del fútbol pudieron degustar como Dios manda. Además del representante del Milán había otro, de la Juve, a quien Florentino propuso la compra de Zidane.
"No se vende "le contestó éste".
A todo esto, Pedro de Felipe, excelente central del Real Madrid y, posteriormente, del Espanyol, y ahora metido a hombre de negocios futbolísticos, no hacía más que tomar nota de cuanto allí se decía. ¿Resultados de la conversación? Por lo pronto, un rico almuerzo y una camiseta de un as con la que Florentino comienza su colección. Lo demás queda pendiente de, como se suele decir en el fútbol business, de los flecos, quinientos milloncejos que no van a ninguna parte.