«Ya desde el primer momento en que vinimos a vivir aquí, en 1992, hemos visto y padecido desperfectos de todo tipo», señala Carmen Moyà, propietaria de un piso del edificio sito en la calle Comandante Francisco Cerdó, 32, junto a Héroes de Manacor.
El edificio, construido por el Institut Balear de l'Habitatge (Ibavi), fue terminado en 1990, pero no empezó a ser ocupado por inquilinos hasta dos años después. Cada piso cuesta entre seis y siete millones de pesetas. El diseño de la finca es moderno, con un patio interior, pisos y pasillos que dan al mismo y escaleras exteriores, es decir, pegadas a la fachada del edificio. La fachada, parcialmente descubierta en cada nivel, está decorada con ventanales de hierro, de ahí que cuando llueve el agua dañe al hierro, a los ascensores cercanos y a los escalones. Hierros oxidados o podridos, ascensores en los que se nota el efecto de la humedad, grietas en las paredes y en las escaleras, humedad en los pisos, baldosas que se mueven, son situaciones con las que han tenido que convivir, desde hace ocho años, muchos de los vecinos de la finca.
«A lo largo de todo este tiempo hemos ido haciendo reclamaciones al Ibavi, pero no nos hacen mucho caso. Sí es cierto que han hecho arreglos puntuales como pintar los hierros o poner algunas vidrieras en la fachada para protegerla del agua, pero poco más», afirma Concepción Palou. Una vez que han pasado diez años desde que el Ibavi construye un edificio, los gastos de reparación y mantenimiento dejan de ser responsabilidad del mismo y pasan a serlo de los propietarios. «Debido a la humedad que había en mi piso tuvieron que venir a colocarme tabiques y techos falsos», indica Manuela Lara. En la entrada y en el patio interior del edificio también hay problemas ya que, al no estar protegidos por ninguna verja o similar, entran a menudo personas para inyectarse drogas o, incluso, para robar.