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El Hospital de la Cruz Roja de Palma pasará a ser un centro sociosanitario

Contará con una residencia para personas asistidas, centros de día y unidades de Alzheimer y Parkinson

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El Hospital de la Cruz Roja ya tiene decidido su futuro. Dejará de ser un hospital propiamente dicho para reconventirse en un centro sociosanitario, según confirmó ayer a este diario el presidente de la Cruz Roja en Balears, Gerardo Bonet. Con ello esta organización humanitaria reconducirá el que ha sido su papel en la historia y que ha sido el de cubrir la carencia de recursos que se iban detectando en la sociedad. La apertura, no se sabe cuándo, del Hospital General Son Llàtzer, llevará consigo que el Insalud ya no necesite de los servicios médicos y quirúrgicos del Hospital de la Cruz Roja (86 camas). Así, en el momento en que se ponga en funcionamiento el Palma II, el Insalud le retirará la financiación que actualmente viene recibiendo.

Será a partir de entonces cuando el Hospital de la Cruz Roja asumirá un nuevo papel dentro de la sociedad mallorquina dando respuesta a uno de los problemas emergentes como es la atención de las personas mayores. Para llevar a cabo este fin seguirá necesitando del respaldo financiero de la administración y que debe llegar de la mano del Govern balear como responsable de la atención social según el protocolo entre Jaume Matas y Romay Beccaria. No obstante, el Ejecutivo autonómico discrepa sobre a quién corresponde la atención sociosanitaria, por lo que es un tema todavía a discutir en el marco de las transferencias del Insalud a la Comunitat Autònoma en esta legislatura.

Gerardo Bonet manifestó ayer que el hospital se reconvertirá en un dispositivo sociosanitario con una residencia para personas asistidas (que no se valen por sí mismas), centros de día y unidades, en principio, de Alzheimer y Parkinson. El objetivo de estos centros de día es, por un lado, conseguir el «descanso de la familia» durante unos días y, por otro lado, que la familia de esa persona mayor que necesita de una atención continua pueda seguir haciendo una vida «normal» y, por ejemplo, que, como en muchas ocasiones ocurre, nadie tenga que dejar el trabajo para dedicarse a atenderle.

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