La cuestión etarra está derivando, después del lógico shock de los últimos atentados, hacia ataques personales más propios de un patio de vecinos que de profesionales de la política como se supone que son quienes dirigen la nación. Todos sabemos que salir en la prensa y hacer declaraciones forma parte del oficio del político, pero no pueden olvidar que la ciudadanía "por más que quisieran ellos" no es idiota y sabe distinguir la paja del trigo. El más fuerte de los ataques lo protagoniza "desde hace meses con una constancia digna de elogio" el Partido Popular, hoy segunda fuerza en votos en el País Vasco. A nadie se le escapa que Jaime Mayor Oreja, hoy ministro de Interior, es el candidato a lehendakari del PP en unas hipotéticas elecciones anticipadas. Y está en plena campaña. Pero debería tener más cuidado con sus palabras. En su exigencia habitual al PNV de que rompa lazos con Euskal Herritarrok, asegura que esta coalición «forma parte del mismo entramado» que la banda terrorista ETA.
Bien, en este país opinar uno puede opinar lo que le dé la gana, pero no se puede acusar a una formación política de formar parte del mismo entramado que una banda de asesinos "un delito clarísimo" sin, a continuación, formular la consiguiente denuncia y enviarlos a todos a la cárcel, que es donde están los que cometen los delitos de encubrimiento, apología o complicidad con criminales. La situación está ya bastante complicada como para añadir más leña al fuego. Y desde luego resulta de una irresponsabilidad pasmosa la actitud de un montón de dirigentes políticos a los que no se les ocurre otra cosa que hablar, insultar y acusar de toda clase de tonterías al bando contrario. Es hora de actuar, señores, porque mientras ustedes hablan, los otros se rearman, planifican y ejecutan nuevos crímenes.