Nos daba la impresión de que el encuentro entre ambos podría producirse de un momento a otro y así fue, ya que tampoco podría ser de otro modo. Me refiero al encuentro entre el rey don Juan Carlos y su amigo, el Aga Khan. Y fue "tampoco podía ser en otro lugar más apropiado" a bordo del nuevo «Fortuna», aún sin estrenar, pocas horas antes de que aquél emprendiera viaje con la reina doña Sofía a Brasil y diez años después de la última vez que ambos coincidieron en Palma.
El Aga Khan, como nuestro lectores saben, disfruta de unos días de descanso "hasta finales del presente mes" en una finca de Fornalutx junto con su familia, teniendo el barco fondeado en la base militar de Sóller, en el pantalán si no más oculto sí más inaccesible desde tierra "quiero decir inaccesible para los fotógrafos". El jefe de los ismaelitas y su esposa se desplazaron a Palma, invitados por el rey para visitar el nuevo barco.
Es de todo el mundo conocido que don Juan Carlos y el Aga Khan son amigos desde hace años, por tanto, como buenos amigos que son, se muestran sus últimas adquisiciones, y qué duda cabe de que el «Fortuna» lo es. Tampoco les extrañe si cualquier día de agosto, una vez finalizada la Copa del Rey, éste le devuelve la visita a Porto Cervo a bordo del yate, entre otras cosas porque estamos convencidos de que el nuevo yate real hará recorridos en cuanto a longitud muy distintos a los que hacía su antecesor, y Cerdeña, por muchas razones, pero sobre todo por la belleza de su Costa Esmeralda, estará entre ellos. ¡Ah!, por cierto, con la visita del Aga Khan y esposa al «Fortuna» quedó demostrado una vez más que las medidas de seguridad, tanto del yate como del lugar del muelle al que ha sido asignado, son enormes, ya que como no se asome alguien a cubierta, no se ve a nadie, como tampoco se les ve subir a bordo. Al menos desde la otra parte de la valla que aísla Portopí del resto de la ciudad.