El día en el que se conmemora la presencia real de Cristo en la Eucaristía "y también Día Nacional de la Caridad", el Corpus Christi, «es misterio de comunión y de diversidad». Una comunidad que celebra la Eucaristía «es una comunidad que no reduce, no excluye ni margina a nadie. De la celebración de la Eucaristía, renovados por el misterio pascual, salimos a los caminos y senderos de la vida para ponernos al servicio del hombre, de todos los hombres, de cualquier hombre, para continuar la obra que ha iniciado Dios en nosostros», han escrito los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
Así lo debieron sentir también, sin duda, los miembros de nuestra comunidad, tanto los miles de fieles que llenaron la Seu y que asistieron al oficio mayor presidido por el obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, como quienes siguieron la procesión a lo largo de su recorrido por las calles de Palma.
El itinerario seguido ayer comprendía Palau Reial, carrer de la Victòria, Conquistador, Plaça de la Reina, Paraires, Constitució, Sant Domingo, Cort, y nuevamente Palau Reial hasta regresar a la Seu.
Los tradicionales damascos y colgaduras que decoraban los balcones con profusión en procesiones anteriores parecen estar desapareciendo, poco a poco, en estos últimos años, de los edificios de nuestra ciudad. Tan sólo los balcones del Ajuntament, del Consell Insular y del Palau March estaban especialmente decorados. En el portal mayor de la catedral y en Cort había dos hermosas alfombras florales, y mirto a lo largo del recorrido.
Abría la procesión la Sección Montada de la Policía Local, seguida por los Tamborers de la Sala. A continuación iban los Cossiers y Cavallets, las banderoles de la Seu, y la cruz procesional sa Lledània", portada a hombros por los miembros de la junta de la Asociación de Cofradías de Palma.