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La audiencia será la asesina

Un nuevo pacto hace que al telespectador le corresponda esgrimir la daga trapera

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Los habitantes de la casa se despellejan contínuamente cuando no hay nominaciones de por medio, pero a la hora de la verdad se votan entre sí, lavándose las manos como Pilatos, pero con agua de depuradora. Pero lo más interesante del programa de ayer fue el numerito musical, digno de las verbenasa de Puerto Urraco. Les hicieron bailar música de Abba y Blues brothers cuando lo más adecuado habría sido la banda sonora del Crimen de Cuenca.

El premio -entregado por un Florentino Fernández que infringió las normas al entrar en el recinto- era elegir el menú de la noche. Ganaron Iñigo, Ania y Mabel Misericordiae y pidieron comida china, que estando El Escatológico de por medio, se convirtió inmediatamente en comida cochina. Lástima que en la carta no hubiera fricandó de cicuta. Mercedes Milá, en un glorioso spot en directo, dijo que no le extrañaba que todo el mundo estuviera pendiente del programa. "Tengo unos amigos de Bilbao que todos los miércoles iban a la bolera, pero desde que se emite El Gran Hermano, lo han dejado y se reunen para ver el programa".

Lo mismo hacen los habituales del canódromo, querida. A partir de ahora comienzan las especulaciones. ¿Quién será el próximo en abandonar el recinto? En los foros de Internet la gente está contra Ania, por ser más falsa que una moneda de siete cincuenta. Y Koldo menciona demasiado a Kafka, cuando triunfaría citando a Corín Tellado.

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