Un Castell de Bellver o una Torre Eiffel reproducidos con masa de pan o artísticos siurells hechos con manteca de cerdo eran algunas de las maravillas que los visitantes pudieron ver en la primera jornada de puertas abiertas de la Escola d'Hoteleria de les Illes Balears. Además, pudieron probar los canapés, croquetas, crêpes 'Suzette' o cóctels sin alcohol que se elaboraban ante sus ojos.
Se trataba, en definitiva, de dar a conocer un centro donde la formación es integral. Aunque era un día no lectivo, alumnos y profesores colaboraron activamente para que la gente interesada (potenciales alumnos, padres, profesionales del sector y público en general) pudiera saber que allí se trabaja desde las nueve de la mañana a las seis de la tarde a un buen ritmo.
Además de las clases teóricas, los matriculados en el centro tienen muchas horas prácticas. Manejar la gestión hotelera no está peleado, en la Escola, con servir una mesa o hacer un exquisito plato al estilo de la cocina antigua internacional (delante del cliente), ya que, según comentó Juan Carlos Arzanza, uno de los «jefes» en la cocina, «un director de un establecimiento debe poder hablar con un cocinero de tú a tú. Para ello, el director debe haber trabajado en la cocina, debe saber de qué pie se calza la persona con la que está hablando de trabajo».