AYNE-Perú es una asociación civil sin ánimo de lucro, promovida por las Religiosas Trinitarias mallorquinas, que lleva a cabo un proyecto de desarrollo integral de los niños, jóvenes, mujeres y sus familias de las poblaciones rurales y urbanomarginales de Perú y Bolivia, con el objetivo de contribuir a mejorar sus condiciones y calidad de vida. María Alcázar Muñoz, directora ejecutiva de AYNE-Perú visita Mallorca estos días para dar a conocer el trabajo que se realiza desde AYNE-Perú, acompañada de Maria Camps, superiora de las Religiosas Trinitarias.
El área de influencia de esta ONG en Perú abarca las localidades de Puente Piedra, Ancón, los barrios marginales de Lima y Pueblo Nuevo y, en Bolivia, el Alto de la Paz y Pitanorillas. En conjunto, se benefician de sus proyectos unas 15.000 personas.
María Alcázar explica que AYNE-Perú actúa en cinco áreas: mujer y alimentación, salud, generación de ingresos, infraestructuras y saneamiento ambiental y formación y capacitación. AYNE-Perú comenzó a trabajar en el país andino en 1957, en el área educativa, y fue a partir de 1976 cuando, en respuesta a nuevos retos que planteaba la realidad de Perú, se embarcó en labores sociales.
«La situación del país es de empobrecimiento generalizado, ya que el desarrollo económico de los últimos años ha sumergido más aún en la pobreza a las personas con escasos recursos y no hay visos de cambio a corto-medio plazo», afirma Alcázar. Según la religiosa, de los 25.700.000 habitantes de Perú, más de la mitad son pobres oficiales, «lo que hace suponer que esta cifra maquilla la realidad». María Alcázar se refiere a una población de 12.750.000 personas, de los que 4 millones son indigentes.
El Gobierno peruano ha diseñado programas de asistencia social, que consisten principalmente en comedores populares, en los que se alimenta el 45 por ciento de la población. De estos comedores se encargan las mujeres, muchas de ellas viudas o abandonadas por sus maridos, según comenta María Alcázar.
En este ámbito de los comedores se mueve AYNE-Perú, con el fin de beneficiar y promover la integración de las familias y suscitar en ellas mayor participación y responsabilidad, al tiempo que se lucha contra uno de los problemas de salud más preocupante, como es la desnutrición, que afecta al 64 por ciento de la población infantil.