No sería todavía mediodía cuando a bordo de un coche de color rojo "un Volvo familiar" llegaron al RCN de Palma el príncipe Felipe y su hermana la infanta Cristina, como avanzadilla de la Familia Real, cuyos miembros restantes son esperados, a lo más tardar, el lunes, ya que ese día por la tarde los Reyes asistirán al Requiem de Mozart, interpretado por la Orquestra Simfònica de les Illes Balears y la Coral de la UIB, en la Seo, un acto organizado por la Fundación Turística y Cultural de Balears.
Si al principio se rumoreó que posiblemente sólo participaría la infanta Cristina en la primera prueba del Trofeo Princesa Sofía Majórica, que se inició ayer con cierto retraso, al poco rato se comentó "siempre entre los periodistas" que dicho retraso podría ser debido a que estaban esperando a que el Príncipe llegara a Palma, a mediodía. Al final sucedió esto último: que llegó don Felipe, que se pasó con urgencia por Marivent a cambiarse de ropa y que desde allí, en compañía de su hermana doña Cristina, se acercó al Náutico, donde fueron recibidos por organizadores del Trofeo y algunos compañeros de tripulación.
Ambos vestían ropa esport, con la indumentaria de sus respectivos barcos, el Sirius IV y el Azur de Puig. La infanta recogía su pelo en una coleta y, pese al calor que hacía, se cubría con un anorak azul que seguramente en alta mar le haría un buen servicio. De su esposo, Iñaki Urdangarín, ni rastro, y del hijo, menos. Sin prisas se encaminaron hacia sus respectivas embarcaciones y, a la hora prevista, se hicieron a la mar, que les aguardaba revuelta.