Las aguas del puerto de Palma ya no son aptas para la pesca. Pescar con caña en el interior del puerto de Palma ya no es posible. Pese a constituir una actividad prohibida se trataba de una tradición familiar desde los años sesenta, que las obras de dragado han relegado al recuerdo. El habitual color azul y la transparencia de la dársena de Ponent han dado paso a una turba de lodo en constante movimiento. Los trabajos de dragado que realiza el buque «Atlántida Primero» suponen la dispersión de numerosas partículas arenosas, que enturbian las aguas antes transparentes.
El barro en suspensión a lo largo y ancho de toda la dársena de Poniente auyenta, así la tradicional presencia de peces como las lisas, entre otras especies, habituales en gran número en los aledaños de las líneas de atraque antes de las obras. Asimismo, las fases de succión, rebose y relleno han removido las aguas hasta el punto que en algunos enclaves presentan un aspecto más sucio del habitual, con pequeños residuos flotantes en la superficie.
La pesca no está permitida en el interior del puerto según la normativa vigente, pero esta práctica, autorizada no obstante en el rompeolas, se ha mantenido desde la apertura de la carretera del Dique del Oeste en 1964.
La construcción del pentágono de carga supondrá asimismo la transformación radical del entorno, cuya actividad comercial se ha incrementado ya de forma notable. La necesidad de disponer de nuevas superficies para la carga rodada, dada la congestión que sufren los muelles comerciales, ha alterado este popular enclave portuario hasta hacer difícil el tránsito a lo largo de las dos alineaciones.