Palma es una ciudad sucia, ésa es al menos una de las conclusiones a que llegan las encuestas ciudadanas y la impresión que se saca cuando se pasea por sus calles. Buena parte del problema lo generan los excrementos caninos, de los que no se libran ni las barriadas más recónditas ni el centro urbano.
Para luchar contra la falta de educación cívica, desde el Ajuntament de Palma se han intentado diversas estrategias, campañas de concienciación, reparto de pinzas o, más recientemente, creación de una patrulla policial de paisano que debía vigilar las vías más afectadas. Pero nada de eso ha dado resultado.
Consciente del fracaso, desde Sanitat se está elaborando una nueva «Can-paña», que se pondrá en marcha a partir de mayo, y que vendrá acompañada por el refuerzo de la patrulla verde y por el aumento de las sanciones que ésta impondrá.
No obstante, la actividad realizada hasta ahora por esta denominada patrulla verde no ha sido más que testimonial, pues a lo largo de los doce meses del año 1999 tan sólo se registraron 11 sanciones a ciudadanos por no recoger los excrementos de su animal de compañía, y en lo que va de año 2000, tan sólo se han puesto cuatro multas. Una de las novedades que podría introducir la nueva campaña de concienciación, aún en estudio, sería la puesta a disposición de los palmesanos de un teléfono gratuito para denuncias. Mientras tanto, desde el grupo municipal socialista se apuntó ayer que «no se cubre el expediente editando un póster al año, es necesario una campaña mucho más intensa y constante de sensibilización y educación de los ciudadanos».