En el Colegio Público Sant Jordi existe, desde hace dos años, un huerto ecológico escolar. «Lo llamamos ecológico porque es un huerto en el que no utilizamos ningún producto químico. Intentamos mostrar, de alguna manera, cómo era la agricultura en sus orígenes. Con todo ello, pretendemos que los más jóvenes tomen conciencia de que hemos de aprender a proteger la tierra, pues si se siguen utilizando productos químicos al ritmo actual llegará un momento en que la tierra no dará ningún fruto», nos cuenta Pere Montserrat, maestro de enseñanza primaria y responsable del mantenimiento y cuidado del huerto, junto a alumnos de entre seis y doce años. «Queremos que los niños sepan cuál es el origen de las verduras y hortalizas que consumimos, que las conozcan un poco mejor y que puedan tocarlas con las manos mientras van creciendo», añade Montserrat.
Los alumnos llevan un registro de los trabajos que realizan, y en unas fichas complementarias anotan el momento en que se siembra cada cosa, el tiempo que ha estado y el instante en el que se recoge. «Me gusta trabajar en el huerto porque así cultivamos la tierra y cuidamos las plantas», nos dice Miquel Àngel Crespí; su compañero Bernat Vich sonríe y, bromeando, añade: «Y también nos gusta porque nos libera un poco de la clase, nos permite estar con los amigos y hablar mientras trabajamos». Isabel Llinàs es más práctica: «Cuando las hortalizas han crecido nos las podemos llevar a casa». De la misma opinión es su amiga Coloma Sánchez: «Este huerto lo comparte toda la escuela y además podemos disfrutar con nuestras familias de lo que cultivamos aquí». «Es genial poder cultivar cebollas, lechugas, coles, zanahorias...», señala, orgulloso, Juanjo González.