El equinoccio de primavera, o inicio de la primavera astronómica, se produce este año a las 7.35 hora universal, 8.35 hora española, de hoy. Equinoccio significa que día y noche duran exactamente lo mismo: doce horas, y son las posiciones relativas entre el Sol y la Tierra las que marcan el momento.
Pero la primavera natural, lo que entienden los seres vivos por finalización del invierno, llega un poco antes, hacia finales de febrero "aunque este año se ha adelantado, y ya a principios del mes se podía disfrutar de la vista de almendros en flor".
Durante el invierno, las horas de luz son menores, el Sol está más lejos de la Tierra y el frío es mayor. Muchas plantas reducen su actividad vital: pierden las hojas, dejan de crecer, y ello redunda en la falta de alimento para los animales hervíboros, que, a su vez, se ven obligados a ralentizar su 'reloj biológico'.
Cuando llega la primavera, la naturaleza despierta al ritmo que marcan la luz y el calor. Las hojas brotan en los árboles y después las flores. Las pequeñas larvas de insecto salen de los huevos para devorar las hojas de las plantas. Hervíboros e insectívoros disponen de más comida, y de más energía para moverse; de tanta, que hasta pueden dedicarla a reproducirse. Ha llegado el momento, parecen pensar, de lucir las mejores galas.
El caso del hombre es diferente porque en aras de la civilización se ha perdido la relación estacional entre organismo y naturaleza. Luz eléctrica y calefacción liman las diferencias climáticas entre invierno y verano. El hombre no despierta con el día y duerme con el ocaso. Al hombre actual lo despierta un despertador. Y de la misma manera es difícil establecer que su 'reloj biológico' se altere con la entrada de la primavera. Si bien es cierto que algunas personas sienten más euforia cuando el día es más largo (el próximo domingo se cambiará la hora) y la temperatura sube, no hay base científica para afirmar que el cambio de estación implique un cambio metabólico como el que se produce en animales y plantas. Lo que sí aseguran los médicos es que en primavera se agravan enfermedades como la depresión psíquica o la úlcera de duodeno, y, por supuesto, es la estación más temida por los alérgicos, porque ahora el polen lo invade todo.