Noches atrás los sorprendimos trabajando enfrente de la Llonja. Abrían las pequeñas bocas de agua, introducían en ella una varilla conectada a unos auriculares que colocaban en sus oídos, y escuchaban. «¿Qué hacen?», pregunté. «Controlamos las fugas de agua», contestó uno de los hombres. «¿Y hay muchas?», insistimos. «Pregunte en EMAYA»
Ayer nos personamos en EMAYA y María Crespo, la presidenta, nos
puso al corriente:
"En los últimos 20 años el número de fugas ha disminuido en un 20
por ciento, pues del 45 por ciento detectado en 1980 estamos
actualmente en el 22.
Naturalmente -aclaró-, no se considera fuga únicamente el agua que
se pierde por una fisura de la cañería, sino también los errores de
medición, los caudales no controlados y los fraudes. l Pedro
Prieto