El Consell de Govern acordó ayer el cierre definitivo de la clínica Capistrano de Cala Major por una infracción muy grave en materia turística. Según el informe de los técnicos, el establecimiento realiza una actividad que no está considerada como turística ya que efectúa tratamientos de alcoholismo y bulimia, entre otros. La propiedad del Hotel Capistrano "nombre oficial de la clínica" también realizó modificaciones interiores sin ninguna autorización. Entre otras cosas, el salón se ha convertido en comedor y se ha construido una cocina.
En la primera planta se ha suprimido una habitación para destinarla a despacho para psicólogo, y en la segunda planta se ha eliminado otra habitación para convertirla en sala de reuniones. En la tercera planta, según el acta, se han eliminado otras tres habitaciones para convertirlas en salas de cuidados intensivos y enfermería.
En otra de las plantas también se han suprimido habitaciones para convertirlas en biblioteca, gimnasio, despachos y salas de conferencias. La cocina, el comedor, bar y office han sido transformados en despachos de dirección y administración, y salón social de los pacientes. Ninguna de estas modificaciones fue autorizada por Turisme.
José María Vázquez Roel, director de Capistrano, alegó ante la Consellería de Turisme que todas las reformas interiores había que adjudicárselas al anterior propietario. Vázquez también justificó que los servicios que ofrece en su centro «en nada desvirtúa el carácter turístico del establecimiento». Además de cerrar, deberá abonar una sanción de 10 millones. En declaraciones a este diario, Vázquez Roel dijo que no se cuestiona la vigencia del proyecto de Clínica Capistrano «en cuanto que tenemos los correspondientes permisos acreditativos de Sanitat». «Yo entiendo "explicó" que es mucho más agradable para el usuario el marco de un hotel de salud que el marco de un hospital y nos consideramos, en este sentido, como un balneario».