Aunque con retraso, ayer el pi de Pollença quedó, tal y como manda la tradición, plantado en la Plaça Vella de la localidad sobre las 21.30 horas. La popular fiesta del Pi de Ternelles, en la cual participa prácticamente todo el pueblo de Pollença, volvió a repetirse ayer para celebrar la fiesta de Sant Antoni. Por la mañana comenzó la fiesta, cuando los participantes salieron de la Almoina hacia la finca de Ternelles, desde donde bajaron el pi para llevar a cabo su plantación. Antes de cargar el árbol en el carro de dos ruedas, se recargaron las fuerzas para emprender la marcha. Pa amb oli y arenques, todo regado con, en algunos casos en demasía, vino y el clásico mesclat que no faltó ni un momento. La verdad es que parece difícil, pero el pi fue recorriendo la estrecha carretera, llena de curvas, pasando después entre la multitud por las estrechas calles del pueblo hasta llegar a su destino. Año tras año los pollencins consiguen su meta, aunque alguna vez hayan tenido que cortarlo porque era demasiado largo, ya que la medida justa es de 20 metros. Finalmente el pi llegó a la Plaça Vella y fue levantado con cuerdas para que los más arriesgados pudieran llegar al gallo que estaba atado en la punta. Jaume Reynés fue quien se hizo ayer con él. La víspera de Sant Antoni también contó con los tradicionales foguerons. Hubo una cierta discusión a la hora de premiar al mejor.
El «pi» bajó de Ternelles
Toda una multitud quiso cumplir ayer en Pollença con su tradicional cita con el «pi», que quedó plantado en la Plaça Vella después de un largo peregrinaje por las estrechas calles
Joana Melis |