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Una visita al colegio

Dejamos para el final la más emblemática escuela de la mujer saharaui en el exilio

PEDRO PRIETO / JOAN TORRES
ENVIADOS ESPECIALES
Hemos dejado para el final la visita al colegio del 27 de febrero, emplazado en el municipio del mismo nombre, denominado así en recuerdo de la fecha en que se fundó la República Saharaui.

Acompañados por el director, Jamdi Salek Judu, y el jefe de protocolo del municipio, Nayem Henna Mahayub, vamos recorriendo una a una cada clase buscando chicos y chicas que hayan estado de vacaciones en Balears. Encontramos sólo dos, que siguen atentamente las explicaciones de sus profesores. Son Mohamed Sidi, que estuvo este verano en Formentera, en casa de Esperanza y de Vicente, padres de Lourdes, Carmen, Javi y Alberto; y Litug Said, que estuvo en Palma en 1995: «Viví en casa de Inma Moreno, madre de Inma y Magdalena».

Como no podría ser de otro modo, el director del centro, que lo es también del «Colegio de la mujer», o Escuela 27 de febrero, que está en frente de donde tiene la jaima familiar el presidente de la república, nos invita a tomar té.

"Lo tomaremos en el salón de invitados del «Colegio de la mujer».
El salón está alfombrado y rodeado de colchonetas, en una de las cuales nos sentamos. En esa estancia se encuentran dos mujeres. Una de ellas se acerca a nosotros y nos pregunta si somos los de Balears. Al asentir, se le ilumina su rostro: «Mi hijo Majidi Mohamed Mesin vive en casa de Pilar, en Marratxí, y estudia en Inca. Dígale que por el fútbol no abandone los estudios».

La mujer se marcha, dejándonos con Mayen y Jamdi. El director del centro, que habla en árabe "Jamdi, delineante diplomado en Cuba, traduce simultáneamente" nos explica que el centro de la mujer fue creado, en primer lugar, para preparar a la mujer para la milicia, «pero al acabarse la guerra, no fue necesaria esa preparación» y, en segundo, para prepararla para la vida, tanto para ser madre como para desempeñar cualquier trabajo en nuestra sociedad. 'Hechos' en el extranjero "Argel y Cuba, respectivamente" Nayem y Jamdi, «y casi todos los jóvenes de los campamentos», no quieren esperar otros veinticinco años «para que nos prometan que el regreso al Sáhara está cercano, como nos están prometiendo desde siempre. Ni tampoco queremos esperar, como han esperado nuestros padres, sino volver ya a las tierras que son nuestras.

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